Escritor nacido en La Puebla de Montalbán (Toledo) entre 1460 y 1470, y fallecido el 2 de abril de 1541. Familia judía convertida al cristianismo, estudió en la Universidad de Salamanca. Se instaló en Talavera en 1517 y allí ejerció la profesión de abogado; en esta ciudad, se convirtió en alcalde. Cuando murió, fue enterrado como miembro laico de una orden religiosa.
Escribió La Celestina, título de la comedia de Calisto y Melibea, más tarde llamada tragicomedia.El tema de la obra es el amor apasionado de Calisto por Melibea. Sempronio, «servidor interesado le aconseja que pida ayuda a Celestina para conquistar el amor de Melibea; Parmeno, criado verdadero, se opone. Celestina se gana la confianza de Melibea y consigue un encuentro con Calisto, tras el que seguirán tantos otros; los sirvientes disputan con Celestina recompensa y la matan. En la noche siguiente Calisto seduce a Melibea, pero al salir del jardín cae y muere; Melibea confiesa su amor a Rajic, su padre, y se suicida. El trabajo termina con el lamento de Rajic». La primera versión, correspondiente a la comedia, se imprimió en Burgos en 1499; en 1502, seguramente (incluso la más antigua impresa la Zaragoza de 1507), se le añadieron 5 nuevas actas, conocidas como Tratado de Cebador; a partir de esta fecha el título de la obra será Tragicomedias de Calisto y Melibea, decisión tomada por los editores.
El mismo Fernando de Rojas nos dice que no es el autor de la Ley Primero, que dicho de antemano, podría haber sido compuesta por Juan de Mena y Rodrigo Cota; Sin embargo, no hay pruebas concluyentes al respecto y, de todos modos, todos tuvieron que ser revisados y unificados por el propio estilo rojo. La fuente estructural del trabajo es la comedia humanista del siglo XV, luego desviada a un final trágico por la influencia de la novela exitosa o el romance sentimental; también es evidente el peso que Petrarca practicó con su Fortunae Utriusque Fortunae, entre otras fuentes. La novedad de la obra, con su terrible lección de tipo existencial, su universo, sus personajes, su entorno realista y su lenguaje emocionaron al público a finales del siglo XV y principios del siglo XVI.
El éxito editorial y el aplauso del público continuaron hasta nuestros días; Por lo tanto, no podemos extrañar que La Celestina dé vida a muchas continuaciones e imitaciones y que, más o menos claramente, haya afectado en innumerables obras de su tiempo hasta ahora. Si los lectores del pasado acudieron especialmente al inframundo celestinesco y, curiosamente, a los proverbios y refranes que se entrelazan en la obra, el lector moderno se ha fijado particularmente en la realidad social que nos muestra La Celestina y la tragedia de los amores y el final desesperado de los personajes principales.
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