jueves, 3 de febrero de 2022

Fray Bartolomé de las Casas

Monje dominico, cronista, teólogo, que con el tiempo se convertiría en Obispo de la por entonces ciudad indígena de Chiapas, en México y protector de los nativos americanos, considerado el «Apóstol de las Indias». Nació en Sevilla en 1474 y murió en Madrid en 1566. Su padre, Pedro de las Casas, era comerciante de profesión, nació en Tarifa y era de linaje converso; su madre, Isabel de Sosa, descendía de cristianos viejos.

Monje dominico y escritor del Siglo de Oro
Bartolomé de las Casas tenía 19 años cuando pudo contemplar, el 31 de marzo de 1493, el regreso a Sevilla de Cristóbal Colón que acababa de descubrir América, «con gran despliegue de indígenas, loros y pájaros parlantes».

A los pocos meses, hizo los preparativos para el segundo viaje del almirante y padre de Bartolomé como uno de sus tíos.. Francisco Peñalosa, se embarcó en la segunda expedición, de carácter poblador, que se dirigió a América el 25 de septiembre de ese año. Mientras tanto, Las Casas, que había comenzado la educación primaria en la escuela catedralicia del Colegio de San Miguel, tuvo una breve experiencia bélica como soldado en Sevillano Periculis Miliciano, enviado a luchar contra la primera sublevación de la Granada morisca en 1497. De vuelta a Sevilla habría adquirido sólidos conocimientos de latín en la Academia Catedralicia dirigida por el docto Antonio de Nebrija. Al regresar su padre de las Indias en 1499, lo trajo como regalo un indio taíno, que permanecería con él hasta que fuera capturado a mediados de 1500, por Real Decreto dictado por la monarca de Castilla, Isabel la Católica, y ordenando devolver a sus tierras de origen a todos los indios que los conquistadores habían traído consigo. Según el Real Decreto de 20 de julio de 1500.

A principios de 1502, Bartolomé de las Casas se embarcó para las Indias con su padre y su tío, en la flota del nuevo gobernador Nicolás de Ovando. Tenía entonces 28 años y había realizado estudios religiosos, pero aún no se había ordenado sacerdote. Él estaba moviendo un ideal de expansión evangélica, junto con la sed de aventura, el deseo de riquezas y nuevas experiencias de un espíritu inquieto. Desde que llegó a La Española (hoy República Dominicana y Haití), el 15 de abril de 1502, actuó como un solo colono, ya que era minero y encomendero y participó en la supresión de la insurrección de los pueblos indígenas de las regiones de Jaragua y el Higüey.

También tenía una granja a orillas del río Janique y se dedicó a explotar la tierra utilizando para sus trabajos a los indígenas. 1506 regresa tarde a Sevilla y continúa su viaje a Roma, donde completa su preparación humanística y religiosa para recibir al diácono y al subdiácono. De regreso a La Española en 1508, el Almirante Diego Colón da una excelente herencia con repartimiento de indios cerca de su corte en La Concepción, donde comenzó a evangelizar como doctrinero.

Para entonces Bartolomé de las Casas había recibido el sacerdocio de manos del Obispo de Puerto Rico, un tal Alonso Manso, y se suele decir que fue el primer sacerdote ordenado en el nuevo mundo. Allí se habían escuchado las protestas de la refriega dominica Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos, quienes denunciaron el maltrato a los indios, lo que llevó a que ambos frailes viajaran a España para defenderlos, logrando sus esfuerzos por fomentar la revisión y moderación de las «Ordenanzas de Burgos» sobre la obra de los pueblos indígenas, fechadas el 26 de julio de 1513 en Valladolid. Las leyes castellanas habían declarado a la Corona libre súbditos indios, aunque sujetos a tutela, por lo que tenían derecho a su libertad personal y a la posesión de sus bienes. Por otro lado, solo se admite que trabajan para los conquistadores voluntariamente, a cambio de un salario y cuidado espiritual. Esta situación no fue aceptada por los fideicomisarios, por lo que la brecha entre la ley y la práctica marcaría la conquista y colonización del Nuevo Mundo.

Bartolomé de las Casas, emprendió viaje hacia Cuba en 1513 como capellán y consejero de Pánfilo de Narváez, que habían emprendido juntos a Diego Velázquez la conquista y población de la isla. Bartolomé de las Casas se separan de ella pronto, disgustadas por el tormento de los indios «hatuey» y el asesinato de Caonao. En Cuba obtuvo una nueva distribución que progresó notablemente, pero en 1514 las noticias traídas por algunos frailes dominicos que habían venido de los españoles sobre los abusos cometidos por los fideicomisarios y el mal trato recibido por los indígenas de la isla plantearon dudas sobre la legitimidad del sistema de encomiendas, que los indios estaban bajo la protección teórica de los encomenderos a cambio de un beneficio en el trabajo o dinero. En un sermón predicado el Día de María Asunción, el 15 de agosto de 1514, Bartolomé de las Casas, denunció la iniquidad de todos estos procedimientos y renunció a lo obtenido. En 1515, de vuelta a los españoles y alentado por Fray Pedro de Córdoba, resuelve regresar a España para presentar en la corte la situación de los pueblos indígenas.

La tesis que defendería en la península y que siempre mantendría era que España y las Indias formaban parte de una unidad indivisible, y que el deber y derecho de la colonización española en el nuevo mundo era llevar la luz del Evangelio; España fue un instrumento de la Providencia para llevar a cabo esta misión. En diciembre de 1515 en Plasencia se encuentra la entrevista con Fernando el Católico, que ya muy enfermo se remite a los responsables de asuntos indígenas, Rodríguez de Fonseca y Lope Conchillos, que no le concedieron mayor atención.

Tras la muerte del Rey en 1516 Bartolomé de las Casas encontró comprensión por su causa en los cardenales Cisneros y Adriano de Utrecht, futuro Papa Adriano VI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puede dejar aquí su comentario: