Religioso y poeta, nacido en Valdepeñas, (Ciudad Real), en 1568, falleció en San Juan de Puerto Rico, 1627. Se fue a México muy joven, donde ingresó en un seminario y fue ordenado sacerdote. En 1619 fue nombrado obispo de San Juan de Puerto Rico. Dotado de un gran talento como versificador, está vinculado a los postulados de Ariosto y Matteo Boiardo en sus poemas épicos, y los de Teocrito y Virgilio en la pastoral queridos. Entre los primeros están Bernardo o la Victoria de Roncesvalles, publicada en 1624 y cuya figura central es Bernardo del Carpio.
Su obra la Grandeza Mexicana fue un poema que alaba la colonización española que siguió al descubrimiento de América, mediante la evocación de un imperio donde nunca se pone el sol, cuya gran hazaña es haber trasplantado su forma de vida a un salvaje e inferior territorio. También es de destacar El Siglo de Oro en los bosques de Erífile (1608), de la pastoral en prosa y verso. Después, posiblemente, terminar sus primeros estudios en Granada.
Bernardo de Balbuena llegó a México a la edad de 22 años, a conocer a su padre, que tenía propiedades en los estados unidos. Colegial de la Universidad de México, donde estudió artes y teología, fue ordenado sacerdote y se desempeñó como de la Capellanía de la Audiencia de Guadalajara (México) hasta el de 1592; en 1585 había ganado un concurso literario que le hizo famoso como un versificador. Vivió largo tiempo en el reino de la Nueva Galicia (los actuales estados de Jalisco y Nayarit), donde continuó escribiendo. En 1606, regresó a España y al año siguiente obtuvo en Sigüenza (Guadalajara) el grado de Doctor en Teología. Su condición natural y el hijo no reconocido, le causó retraso en asumir el cargo de abad de Jamaica (1608), donde no podía moverse hasta el final de 1610. Él fue el primer obispo de Puerto Rico (1619); en la sede episcopal, creó una biblioteca que, junto con la mayoría de su obra fue destruida en 1625, durante un ataque de los holandeses.
La obra publicada de Bernardo de Balbuena consta de sólo tres obras: el descriptivo poema Grandeza mexicana (1604), donde se hace un retrato de la ciudad de México; la colección de Églogas con un tema pastoral del Siglo de Oro en las Selvas de Erífile (1608); y de una extensa epopeya titulada Bernardo o la victoria de Roncesvalles (1624). A pesar de que vivía en el medio de la época barroca, Balbuena todavía estaba ligado al Renacimiento del clasicismo. Según el filósofo Ramón Xirau, este autor puede ser considerado como: un clásico barroco, o si se quiere, un clásico que sabe acerca de las nuevas formas poéticas y las utiliza cuando son necesarias.
De estas tres composiciones, la más importante y estudiada es la Grandeza mexicana. Fue publicado en México por Ocharte (1604), y toma la forma de una carta dirigida por su autor a Isabel de Tovar y Guzmán, que estaba disponible para pasar el resto de sus días en un convento. Escrito en endecasílabos trillizos, con cuartetos al final de cada una de sus partes, el poema ofrece una meticulosa, aunque idealizado, la visión de la capital de la Nueva España, que considera «el centro de la perfección». En sus versos se describe, en ocho capítulos o secciones, la historia, el clima, la topografía, la flora y la fauna, la organización social y la vida cotidiana de la ciudad. La serenidad que predomina aquí, aunque algunos pasajes están imbuidos con genuina emoción. Se trata de una colorida, transparente y animado poema que llama la atención por su detallado carácter y por la gracia de su lenguaje.
La segunda obra más importante de Balbuena es el Bernardo o victoria de Roncesvalles. A pesar de que fue publicado en Madrid en 1624, que corresponde, según el autor, a las primeras obras de mi juventud, de la fábrica y de la compostura de la calor y el brío de la época, que tiene para su gala de esos ataques y de los nacimientos de la imaginación, y su composición se llevó diez años de trabajo. Un excesivo trabajo dividido en 24 canciones (un total de 5.000, o 40.000 versos), es una brillante y sonoro de cruce, de una extraordinaria riqueza imaginativa, el tema de Bernardo del Carpio, con elementos de los libros de caballería, de los «Orlandos Italianos» Matteo Boiardo y Ludovico Ariosto y de la mitología clásica. Cada canción se cierra con una especie de interpretación alegórica, que, ciertamente fue escrito después de todo el corpus de la poesía.
Bernardo es el fruto de la historia de amor del Conde de Saldaña con Jimena, la hermana de Don Alfonso «el Casto». El ofendido el rey castiga al Conde con prisión, de los confines de Doña Jimena en un convento y educa a Bernardo en la corte. Proteus se revela el misterio de su nacimiento para el héroe, quien se encarga de la búsqueda de sus padres; él es nombrado caballero por el rey de Persia, y libera a Arcangélica, la Princesa de Cathay, con la que cae en el amor. Apolo y las Musas de transporte para él, el Templo de la Fama, por haber defendido el Parnaso. Él tiene una visión profética de la futura grandeza de España; el Cuento de Iberia le muestra la gloria del gran español de los linajes y de las hazañas de Hernán Cortés y de los Reyes de Castilla.
Por último, el héroe descubre que sus padres de la prisión y exige su liberación del rey. Don Alfonso se niega y Bernardo se retira a sus posesiones en el Carpio. Pero, cuando Carlomagno invade España, el héroe va con sus anfitriones y derrota a Roldán y a sus compañeros franceses en Roncesvalles. El desarrollo de la leyenda de Bernardo, en la que ni siquiera el propio autor afirma creer demasiado, se combina con alegorías, hechizos, carolingios, elementos a partir de los libros de caballería, reminiscencias clásicas y casi contemporáneas de recuerdos históricos. Influenciado por Virgilio, Dante, el Romancero, Luis Barahona de Soto, otros poetas barrocos y, en ciertas ocasiones, del Ariosto Orlando furioso y Boiardo de Orlando en el amor, el trabajo destaca por su gran musicalidad y su muy cuidado formulario.
La primera edición de Siglo de oro en las Selvas de Erífile, fue publicado en Madrid en 1608; sin embargo, la carta dedicatoria del libro, dirigida al Conde de Lemos y fechada en 1607, sugiere que el autor escribió su obra en plena juventud y que él la envió a España mucho más tarde, después de haberla corregido y pulido de la original, como parece mostrar la perfección de los versos y la prosa de este trabajo, lo que indica un mayor conocimiento de la técnica poética que la mostrada por los libros como Grandeza Mexicana. Por otro lado, es posible afirmar que el tema pastoral fue el legado de las lecturas de los estudiantes de Balbuena, quien leyó en México, como su propio trabajo muestra, Virgilio, Petrarca, Garcilaso de la Vega, Jorge de Montemayor, Gaspar Gil Polo y, sobre todo, Jacopo Sannazaro. Tanto es así, que la propia portada del libro dice que en el Siglo de Oro; de un agradable y rigurosa imitación del estilo pastoral de Teocrito, Virgilio y Sannazaro que se describe así:
El Siglo de Oro en las selvas..., es un típico trabajo pastoral, que intenta imitar a los más ilustres antecedentes europeos del género. La acción, narrada en primera persona, con intervalos de personajes episódicos, se lleva a cabo en su mayor parte en el valle del Guadiana, donde Erífile, una «limpia y clara de la fuente», se encuentra. A través de los doce églogas que componen el libro, la tristeza de Melancio, las apariciones de el vaquero Ussano (que podría ser descrito como un tipo humorístico o elemento cómico de la obra, que se repite a veces, en el curso de la acción) , un concurso de canto entre Clarencio y Delicio, la historia de un maravilloso templo, la visión de un milagroso o mágico de la cueva (donde el narrador puede contemplar el paisaje del valle y la Ciudad de México), el trabajo de una ninfa vista en la Nueva España, los regalos y las figuras, las canciones y, finalmente, los juegos de deportes. Todos, en definitiva, son un intento de reproducir la Arcadia clásica, pero con un tanto de superficial paganismo y erotismo..
Al final, por último, Balbuena él aparece, que puede ser identificado en El gigante de Selvagio, cuya aparición en una pelea hace que sus oponentes huir. La disposición general de la obra y la falta de una verdadera unificación de la trama, de manera conjunta y unitaria de la acción, no permiten dar al Siglo de Oro en las selvas de Erífile el título de la novela; es más bien una serie de pastoral poemas líricos, a veces interrumpido por los trozos de prosa, el todo del que no tiene más hilo unificador de la persona del narrador. En realidad, en este sentido, también, hizo Balbuena intento de la verdad cuando dijo que en la portada que estaba tratando de imitar a Teocrito, Virgilio y Sannazaro, desde el Siglo de Oro es como eclógica como los de los dos primeros y como novela, como las de la tercera parte de los mismos autores. En cualquier caso, no es un monumento literario de primer orden, a pesar del hecho de que los versos que lo componen son admirables por su perfección y belleza.
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