Nació en 1543, en Sevilla, en el seno de una familia aristocrática, su hermano menor Claudio, con quien pasó algún tiempo en Guadalajara, México, se convirtió en archidiácono e inquisidor. Fue un dramaturgo y poeta, y conoció a varias de las principales figuras intelectuales contemporáneas, incluidos Fernando de Herrera y Juan de Mal Lara, y participó en la Academia Literaria Casa de Pilatos en Sevilla.
Después de su regreso a España en 1577, comenzó a escribir para el teatro y produjo un total de diez comedias y cuatro tragedias. Parece que nunca se casó, aunque algunas de sus obras poéticas están dedicadas a una Felipa de la Paz. Después de aparentemente pasar algún tiempo en Cuenca después de 1610, murió en Granada en 1612.
Su primera obra, I Parte de las Comedias y Tragedias, fue publicada en 1579. Este fue un paso inusual en sí mismo; pocos de sus contemporáneos se molestaron en publicar sus obras, que en consecuencia sólo se conocen parcialmente. Aunque escribió en parte sobre los temas clásicos que eran típicos del teatro español de la época, innovó en varios aspectos. Ignoró conscientemente las unidades clásicas convencionales, redujo el número tradicional de actos de cinco a cuatro e introdujo nuevas formas métricas. Su uso de tales formas de versos polimétricos tenía la intención de indicar el estado de ánimo y el tono de la escena. También buscó maximizar el efecto teatral de sus obras interpretando temas sensacionales de muerte violenta y eventos sobrenaturales.
Las obras de Juan de la Cueva se basan en una mezcla de temas clásicos, históricos y ficticios, a menudo adaptando historias de baladas y crónicas medievales. Este paso se considera un avance significativo en el teatro español y resultó muy influyente en dramaturgos posteriores como Lope de Vega. Para el público moderno, sin embargo, sus obras son vistas como desagradables debido a su naturaleza sensacionalista y los personajes perversos, violentos y grotescos que las habitan.
A pesar de sus innovaciones, las obras de Juan de la Cueva carecen de mucho mérito literario, ya que a menudo fueron compuestas apresuradamente. Sus defectos fueron particularmente visibles en sus obras poéticas. Algunas de sus primeras poesías publicadas fueron compuestas durante su estancia en México y fueron publicadas en una antología de poetas entonces residentes en la Nueva España. Las obras poéticas posteriores incluyeron las Obras (1582), una colección de letras eróticas al estilo de Petrarca, Caro Febeo de romances histórico (1587), que Bartolomé José Gallardo llamó, y denomino sus obras «como que es de lo mejor que he leído» en castellano, y el poema épico Conquista de la Bética, que algunos historiadores describen como obra sublime.
Juan de la Cueva también produjo un tratado en verso titulado Ejemplar Poético, o Arte Poética Española, en el que discute poesía y drama histórico. Sus obras fueron redescubiertas después de 1917, cuando Francisco A. de Icaza publicó sus catorce obras, basadas en la segunda edición de 1588 de las obras de Juan de la Cueva. La última copia sobreviviente de la primera edición de 1583 fue encontrada poco después. Otras obras fueron reeditadas en 1924.
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