miércoles, 2 de febrero de 2022

Baltasar Gracián

Fue un escritor, humorista, satírico, estilista barroco y novelista filosófico español, está clasificado con los más grandes maestros de la prosa del Siglo de Oro de España.

Nacido en 1601, en el seno de una familia religiosa de Calatayud en Aragón, hijo de un médico, Baltasar Gracián fue enviado a los 12 años a estudiar a Toledo. A los 18 años ingresó en la Compañía de Jesús y fue enviado a Zaragoza y más tarde a Valencia para estudiar teología. Poco después de su ordenación como jesuita en 1635, conoció a Juan de Lastanosa, quien proporcionó a Gracián y a varios de sus contemporáneos creativos un hogar y apoyo financiero. Ese apoyo financiero al que nos referimos, le ofrecía un ocio ilimitado para la conversación peripatética y la meditación, así como un medio para la publicación.

Religioso y escritor del Siglo de Oro
Después de ocupar varios pastorados, Gracián sirvió como capellán de campo del ejército español bajo el General Pablo Parada. Más tarde, luego, posteriormente, de profesor de religión en Zaragoza, publicó sin permiso de su orden una novela filosófica, El Criticón, por cuyo tono cínico y pesimista recibió una reprimenda del Superior de los jesuitas. Cuando Gracián publicó otros dos libros bajo seudónimos, el Superior de la compañía ordenó una investigación oficial de su desafío a la autoridad jesuita. Como resultado, Gracián fue vigilado, sus cuartos fueron registrados regularmente y no se le permitió tinta, pluma o papel. Bajo esta humillación, Gracián solicitó permiso para renunciar a la orden, una petición no solo negada sino castigada al negarle su púlpito. Silenciado, deshonrado y amargado, Gracián se retiró con mala salud a Tarazona, donde murió el 6 de diciembre de 1658.

Gracián escribió cinco obras importantes en la historia del pensamiento español, entre las cuales El héroe (1637), El discreto (1646), y El criticón (1651-1657) destacarse. En El héroe Gracián se caracterizan cualidades esenciales para el liderazgo: «ingenio, encanto, discreción y especial vigilancia contra los tontos. Un líder, dice, debe cerrar sus oídos a la gente común o perderlos, porque no respetan al líder cuyas formas creen que comprenden. Que nadie diga Vox populi, vox dei; más bien es la voz de la ignorancia». Usa un poco de misterio en todo, aconseja Gracián. En otra parte dice: «Cada éxito se debe tres cuartas partes a la suerte, una quinta parte a la sudoración, solo una vigésima parte a la habilidad. El héroe de Gracián es una persona única que triunfa por integridad, discreción, dones lingüísticos y, sobre todo, por astutos logros políticos. Es el producto de una mente impregnada de las publicaciones clásicas italianas sobre filosofía política». En La persona discreta Gracián presenta a su amigo y mecenas, Lastanosa, como modelo de líder de hombres.

El libro más ambicioso de Gracián, El Criticón, es una especie de progreso del peregrino español en el sentido de que ambos son historias alegóricas con un propósito moral. La larga y compleja trama de la obra proporciona una visión alegórica amplia y pesimista de la vida humana. La historia gira en torno a dos personajes, Andrenio y Critilo, símbolos de la naturaleza y la civilización. Se conocen cuando el erudito Critilo naufraga en Santa Elena, donde encuentra a Andrenio, un hombre no tocado por la civilización, que vive en una cueva, ignorante de su parentesco y de cualquier idioma. Critilo adopta a Andrenio y le enseña a hablar. Después de ser rescatados de la isla y llevados a España, siguen siendo amigos y comparten muchas aventuras. Cuando Andrenio es víctima de la engañosa Falsirena en Madrid, Critilo suelta una diatriba contra toda la humanidad, concluyendo que; «Si los hombres son malos, las mujeres son aún, mucho peores».

Mientras Gracián mezcla la realidad con la alegoría, los dos viajan por España, Francia, Alemania e Italia. En la plaza principal de una ciudad imaginaria, no encuentran hombres sino leones, tigres, dragones, lobos, toros y panteras. En esta tierra, los ricos son obsequiados con regalos, mientras que los pobres son descuidados y los sabios despreciados. Los dos peregrinos ven a un juez sentenciar a un mosquito a ser ahorcado y descuartizado, mientras exonera a un elefante criminal. Van desde la primavera de la juventud, pasando por la edad media de la madurez, hasta la vejez, viajando a través de cortes y palacios fantasiosos, plazas de ilusión, plazas de hipocresía y mansiones de integridad, hasta que finalmente vislumbran la rueda del tiempo y la muerte y la isla de la inmortalidad, donde esperan encontrar descanso de su viaje.

En lugar de una novela como otras, El criticón, es un vehículo empleado por una de las mentes más brillantes de la España del siglo XVII para interpretar el universo tal como lo observó. Este jesuita ácido y pesimista interpretó la vida a la luz de una de sus máximas: «...Las cosas pasan por lo que parecen, no por lo que son...».

La reputación de Gracián como escritor barroco surge principalmente de su agudeza y arte de ingenio, en la que siguió característicamente patrones de forma barroca como el uso de neologismos, antítesis, paralelismos, inversiones, epítetos, metáforas oscuras y elipses. Con el fin de recopilar y disfrazar sus pensamientos más íntimos, Gracián peinó a fondo sus propias obras publicadas antes de 1647 para compilar el Oráculo manual y arte de prudencia. Este libro se convierte en una de las grandes colecciones modernas de máximas. 

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